Mito 8: Los niños al nacer tienen un cerebro pequeño que los hace incapaces de aprender áreas académicas. En muchos contextos socioculturales y educativos, se tiene la creencia de que los niños antes de los 7 años solamente pueden aprender a socializar, hablar la lengua materna y a empezar a desarrollar motricidad gruesa y fina, por eso, deben ingresar a la escuela a los 7 años, o al menos, a los 6 años de edad, que es cuando alcanzan el “uso de razón”, por consiguiente son incapaces de aprender a leer, a escribir y, en general, áreas académicas, como matemáticas, ciencias naturales, ciencias sociales y menos aprender una segunda lengua. Esto es totalmente falso; las neurocientíficas Sarah-Jayne Blakemore y Uta Frith afirman: “Sobre el desarrollo del cerebro, aún hay muchas creencias falsas que impregnan el dogma educacional. Pero su aprovechamiento está dependiendo de su contexto familiar y escolar” (8), y la científica e investigadora del aprendizaje, de la Universidad de Washington, Patricia Kuhl, experta en el estudio del cerebro de los bebés, afirmó recientemente en una visita a Colombia:
“El cerebro está listo para empezar a aprender/…/ desde el nacimiento. Los primeros 5 años de vida son la etapa más importante para el desarrollo cerebral. Los niños necesitan más de lo que les estamos brindando hoy. El cerebro necesita oportunidades de aprendizaje, y los padres deben comprender y propiciar eso”(9). Al respecto, el colegio Gimnasio Las Palmas, desde hace varios años, ha creado un sistema llamado método de lectura Gúttemberg, con el que los niños de Pre-jardín (con 3 años de edad) no solo aprenden a leer bien (de corrido, con puntuación y entonación, diferentes tipos de letras y números hasta de 12 cifras), sino que aprenden a leer en un promedio de 15 horas máximo. De igual manera, aprenden Inglés en las habilidades de entenderlo y empezar a hablarlo, y otras áreas académicas, de acuerdo con sus rutinas diarias.
Mito 9: Los niños son tan inteligentes que se las arreglan para ser felices. Esta afirmación implica dejarlos a la deriva y a su propia iniciativa, y supone que no necesitan de la orientación y motivación por parte de sus educadores (padres y colegio). El mejor predictor de la felicidad de un niño es que tenga amigos con quien hablar, jugar e interrelacionarse constantemente, tocar un instrumento musical, (10); adicionalmente, el ser tenido en cuenta, ser reconocido, sentir el afecto de sus padres y de su entorno escolar, pero también ser orientado con afecto y respeto.
Mito 10: Los niños son naturalmente diestros o zurdos, por lo cual, estas diferencias cerebrales deben determinar los estilos de aprendizaje de cada niño, que deben ser tenidos en cuenta en la enseñanza, ya que permiten describir tres modelos de estilo de aprendizaje: el visual, el auditivo, y el kinistésico. El visual corresponde a la parte derecha del cerebro, el auditivo, a la parte izquierda; y el kinésico que está implicado por igual en los niños diestros y zurdos; además, estos estilos de aprendizaje pueden deducirse de los comportamientos del niño ante ciertas situaciones: si el estudiante cuando está pensando mira hacia arriba, es visual; los auditivos miran de frente; y los kinestésicos miran hacia abajo. Estos modelos, fueron tenidos en cuenta por muchos maestros en diferentes países, como en el Reino Unido y en Holanda. Sin embargo, para aplicarlos en los procesos de aprendizaje, no resultan ciertos, Tales modelos propuestos no están basados en ninguna evidencia científica (11); por otra parte, en el proceso de un aprendizaje, en relación con los sentidos, entre más se apliquen, el cerebro se estimula más y por lo tanto se favorecen más los aprendizajes.
Mito 11: Hay diferencias cognitivas y emocionales entre hombres y mujeres, por lo cual, las mujeres son más y fácilmente emocionales y menos capacidad cognitiva que los hombres. Esto tampoco está demostrado científicamente como cierto, y tiene más que ver con creencias culturales que influyen no solo para los comportamientos, sino también en algunos parámetros culturales educativos para la mujer y para el hombre. En ambos, el cerebro produce emociones y produce la capacidad cognitiva ante las distintas situaciones vivenciales; otra cosa es la manera como culturalmente se nos acostumbra a expresar las emociones. En nuestro medio cultural, por ejemplo, todavía se considera que los niños, ni los hombres deben llorar para manifestar su emocionalidad, porque eso es propio de las mujeres.
Mito 12: Decirle constantemente y elogiar al niño que es inteligente estimula su seguridad en sí mismo y lo anima a estudiar. No es recomendable hacerlo porque esto lo que hace es volverlo confiado en que no necesita esforzarse en aprender y también porque lo vuelve vanidoso ante los demás; lo que se le debe elogiar y reconocer constantemente es su esfuerzo por lograr los aprendizajes.
Mito 13: A los niños se educan mediante indicaciones y orientaciones acerca de cómo deben comportarse, independientemente del medio en que se encuentren y del ejemplo que reciban de su entorno. Esta afirmación no es cierta. No basta el dar orientaciones verbales o escritas; de acuerdo con el hallazgo científico hecho por Giacomo Rizzolatii y su equipo en la Universidad de Parma, dado a conocer en 1996, y que denominó “Neuronas espejo”, el cerebro humano, nace con una natural capacidad y
tendencia a imitar y aprender lo que ve, y lo que más aprende es el ejemplo que le dan las personas con quienes conviva; por eso, como afirma el neurólogo Pacalis y de Schonen: “Cuando nacen, los bebés prestan especial atención a los rostros”(12).
Mito 14: En relación con la memoria, entre más se repita verbalmente lo que se quiere recordar, más lo recuerda. Esto no es cierto. La sola repetición verbal no ayuda a recordar fácilmente; a no ser que se refiera a la ejecución de una actividad vivenciada, ya que no es tanto la repetición verbal de algo lo que ayuda a recordar, sino la intervención de varios sentidos cuando se repite una experiencia vivencialmente. Lo que mejor ayuda a recordar algo es la vivencia y el tomar como punto de referencia la asociación a algo que tenga sentido o significado; pues el cerebro recuerda más fácilmente aquello que esté relacionado con un significado. Este es uno de los parámetros recomendados por los neurólogos para recordar fácilmente algo.
Referencias bibliográficas
(8) Sarah-Jaine Blakemore y Uta Frith (2015). Cómo aprende el cerebro: las claves para la educación, pág. 16, Edición española Edit Planeta, 3ª.reimpresión, (Título original: The learning brain).
(9) Patricia Kuhl, en entrevista en su visita a Colombia, en: Revista Semana, Serie Educación, agosto 2016, pág. 28.
(10) John Medina (2010). Los Principios del cerebro en los niños. Edit. Norma, Bogotá. Título original: Brain Rules for baby. Haw to Raise a Smaet an Happy chilld form Zero to Five. Pág. 19.
(11) Hillary Rose y Steven Rose. (2016) ¿Puede la Neurociencia cambiar nuestras mentes? Ediciones Morata, Madrid, pág. 68. Título original: Can Neuroscience change our minds?, Canbridge, 2016.
(12) Cfr. Pascalis, O., S. de Schonen (1994), “Recognition memory in 3- to 4- day-old human neonates”, NeuroReport, 5(14): 1721-1724. Citado por Stanislas Dehaene. El cerebro lector, 2ª. Ed., S. XXI editores, pág. 240.
Jesús Gúttemberg Bohórquez C.
Lic. en la Universidad Javeriana
Postgrado Univ. de Augsburg (Alemania)
Ex investigador del Instituto Caro y Cuervo y de la Univ. de Augsburg
Fundador del colegio Gimnasio Las Palmas y de Cetincol SAS